sábado, 24 de enero de 2015

NEVADOS EN PERÚ AGONIZAN

¡Bien venidos por la defensa de las montañas y del medio ambiente!


GLACIARES Y FRUTOS 
MUEREN EN PERÚ 
SIN RESPUESTA DE 
LA COP 20

 
 
 
 


Por: APPU-HUAYHUASH

Los nevados agonizan en Perú, que concentra 70 por ciento de los glaciares tropicales en el mundo, y los agricultores de esos ecosistemas viven peripecias sin apoyo estatal para adaptarse al alza de la temperatura, mientras en Lima gobiernos de 195 países en diciembre 2014, cerraron las negociaciones climáticas sin atender esta realidad palpable e irrefutable.

En Pacllón, ubicada a 3200 msnm, a sólo 15 kilómetros del majestuoso Yerupajá, hace algunos años se mantenía la carne fresca por varios días en el pueblo, la papa lo guardaban desde mayo después de la cosecha en los altillos y duraban hasta noviembre o diciembre, los cereales de la misma manera se guardaban en costales en la casa de los campesinos, hoy la carne no puede guardarse por más de un día, la papa se malogra en solo semanas, los cereales y el maíz la polilla y los gorgojos lo desaparecen en pocos días, eso significa calamidad para los hombres del campo.
En la Cordillera Huayhuash, los nevados Diablo Mudo, Jirishanca  y otros se resisten morir. De la misma manera en la Cordillera Blanca, el nevado Pastoruri agoniza.

A unos 100 kilómetros de Cusco, también el nevado Salkantay, se resiste morir,  la granadilla y otros productos, que dependen centenares de pobladores de la zona, y que en 20 años, según las proyecciones, no se podrá sembrar más.

El monumento ubicado en la plaza del municipio de Santa Teresa, una localidad cercana a Machu Picchu, perenniza la producción de este cultivo: una mujer recoge los frutos, un campesino carga en sus espaldas la siembra en un costal, otro corta la maleza mientras un agricultor acompañado por un perro remueve la tierra.

Esa escena congelada es rutinaria en Santa Teresa, donde  la granadilla (Passiflora ligularis) se produce entre los 2.000 y 2.800 metros sobre el nivel del mar. Pero se proyecta que el cultivo deberá desplazarse hasta los 3.000 metros por el incremento de la temperatura. Al llegar a ese punto, no podrá sembrase más granadilla.

“El impacto en esta zona es fuerte porque los pobladores viven de esta producción”, contó a IPS la ingeniera ambiental Karim Quevedo, quien ha recorrido la microcuenca Santa Teresa como responsable de la Dirección de Agrometeorología del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología de Perú (Senhami).

Esta microcuenca es una de las zonas estudiadas por Senhami como parte de un proyecto de adaptación de las poblaciones locales por el impacto del retroceso de glaciares. En Santa Teresa, el glaciar que agoniza a su lado es el Salkantay, que en quechua significa montaña salvaje.

El Salkantay, que es el corazón viejo e indomable de la cordillera de Vilcabamba,  abastece de agua dulce a los ríos  de la zona. Pero en los últimos  40 años ha perdido 63,6 por ciento de su superficie glaciar, equivalente a unos 22 kilómetros cuadrados según la gubernamental Autoridad Nacional del Agua (ANA).

“Es importante medir de qué manera afecta este retroceso glaciar a los pobladores para saber cómo pueden adaptarse, ya que la pérdida de estos nevados es irreversible”, explicó a IPS el responsable del Área de Cambio Climático de la ANA, Fernando Chiock.

Tanto Chiock como Quevedo aseguran que es crucial que se considere la afectación directa a los pobladores locales y se prioricen los fondos destinados a mitigar estos impactos, durante el cierre de la 20 Conferencia de las Partes (COP 20), a cuya fase final concurrieron gobernantes y altos representantes de los 195 países.

El flamante Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña, creada según
LEY Nº 30286, que dimos cuenta oportunamente, tiene una responsabilidad técnica para proponer alternativas de mitigación o adaptación en el corto plazo, los mecanismos de la burocracia estatal no deben sumarse a los efectos perniciosos del cambio climático en los pueblos andinos.