¡Bien venidos por la defensa de las montañas y del medio ambiente!
¿Dinero del ciudadano europeo en minas conflictivas en América Latina?
Hay empresas mineras que generan
conflictos en América Latina. Hay bancos europeos que financian esas empresas.
Sobre ello y el rol del ciudadano, DW conversó con los autores de un reciente
estudio
DW, 26 de enero, 2017.-
"Las minas son como castillos en el aire que se inflan con las
inversiones. Y en muchos proyectos mineros conflictivos hay grandes bancos como
BNP Paribas, ING, KBC y Deutsche Bank”, explica Frank Vanaerschot de la organización
FairFin.
Ésta, junto con 11.11.11, Broederlijk
Delen, CooperAcción y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos
Ambientales (OLCA), presentaron esta semana en Bruselas un estudio, no
exhaustivo, de inversiones europeas en proyectos mineros conflictivos para las
poblaciones y el medio ambiente en América Latina. Sobre todo en Perú y Chile,
tercer y primer mayores productores de cobre en el mundo.
"La inversión es el enlace
económico entre hoy y el futuro”, explica Vanaerschot a DW. "Queremos que
la gente se dé cuenta que su dinero no está guardadito en sus cuentas
bancarias, sino que se emplea para hacer negocios que atentan contra valores
que ellos defienden en sus vidas propias. No se dan cuenta que su dinero está
teniendo un impacto que no les gustaría ver cerca de ellos”, agrega.
Un ejemplo muy documentado
Los habitantes de la población
peruana de Espinar, cerca de Cusco, llevan en su organismo cadmio, plomo,
mercurio, arsénico, bario, berilio, antimonio y manganeso en niveles muy
superiores a los permitidos. La extracción de cobre de la aledaña mina
Antapaccay sería el origen. Los campos y el ganado también están
contaminados.
César Flores (CooperAcción), Felipe Grez (OLCA), Frank Vanaerschot (FairFin) presentando el informe en Bruselas. |
La mina pertenece desde el 2006 al
grupo Glencore, que controla el 50 por ciento del mercado mundial del
cobre. En esta empresa, en bolsa desde el 2011, invierten bancos europeos
como BNP Paribas, el grupo ING y el Deutsche Bank.
Éste último, por ejemplo, se declara
totalmente a favor de la defensa de los derechos humanos, del respeto a las
comunidades y de la verificación de los riesgos ecológicos y sociales en los
proyectos en los que invierte.
Glencore, por su parte, afirma
respetar los principios del consentimiento libre previo e informado y los
principios rectores de las empresas y derechos humanos de Naciones Unidas.
No obstante –y aunque hay un juicio
en marcha desde que en 2012 las protestas de la población culminaran con cuatro
muertos y muchos heridos–, ni el Estado ni la empresa toman medidas para
asistir a la población. La banca tampoco.
Momento crucial
El momento es crucial para la minería
en América Latina, un continente que ha visto multiplicarse por 60 esta
actividad en los últimos 20 años y que tiene en su subsuelo el 44 por ciento de
las reservas mundiales de cobre, 49 por ciento de plata, 65 por ciento de
litio.
Sólo en cuanto al consumo del cobre,
un estudio de la Universidad Libre de Berlín y Misereor prevé un aumento del
200 por ciento en los próximos 40 años. Esta organización ve también el
riesgo de que se multipliquen por otro tanto los conflictos, que en la última
década han sido 200 por mes en Perú. De ellos, el 62,7 por ciento están
relacionados con la minería.
Foto: Mina en Perú |
En un momento en que el respeto de
las reglas tanto de la ONU como de la OCDE en cuanto a empresas y derechos
humanos son más bien voluntarias, que el 14,9 por ciento del
territorio peruano y el 41 por ciento del chileno esté concesionado preocupa.
Tanto en el campo como en las ciudades, también crece la tensión por el impacto
en el agua y en el cambio climático aumenta, también en las
ciudades. "Las concesiones en Chile se entregan gratuitamente y a perpetuidad,
sin evaluación ambiental previa”, puntualiza Felipe Grez, de OLCA.
"No es que estemos en contra de
las empresas, pero no se puede permitir que en vez de desarrollo signifiquen
conflictos, enfermedad y muerte. Aunque es verdad que nuestro propios gobiernos
no controlan, la presión puede venir de las zonas donde se concentra el poder:
Europa, Japón, Estados Unidos”, explica a DW César Flores, de CooperAcción,
subrayando la esperanza de que "el control del ciudadano europeo a través
de la banca lleve a las empresas a tener más cuidado en sus operaciones”.
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