¡Bien venidos por la defensa de las montañas y del medio ambiente!
El seudoecologismo de “La Hora del Planeta”
Juan
Agustin Franco Martínez
Entre las variadas campañas seudoecologistas que acosan y acusan al
ciudadano de a pie de derrochador e insostenible la más reciente y publicitada
ha sido la de ‘la hora del planeta’ de WWF. A la que se han sumado
indiscriminadamente incluso partidos políticos de la llamada nueva política.
WWF es una de las mayores organizaciones ecologistas internacionales denunciada
por sus prácticas contra los derechos humanos de pueblos indígenas y tribales
[1]. Siendo las denuncias más conocidas las de Survival y las del historiador
alemán Wilfried Huismann [2] [3] No hay que ser un hacker experto para
encontrar oportuna información en Internet.
La pregunta de James O’Connor es muy pertinente: “¿Existe acaso alguien
en su sano juicio que pueda oponerse a la ‘sostenibilidad’?” Pero igual de
pertinente es reconocer que el mejor lugar para un ladrón es un banco. Los que
alaban la filantropía y la caridad de los ricos se parecen mucho a los que se
quedan mirando el dedo cuando éste apunta a la luna.
La campaña anual del apagón simbólico de WWF es gestionada por el
departamento de marketing de la ONG conservacionista y es, como tal, una
práctica de lavado de imagen y de recaudación. ¿Por qué no rinden cuentas del
dinero obtenido en donaciones por esta campaña? ¿A cambio de qué obtienen tales
donaciones? Las empresas ‘colaboradoras’ donan como mínimo 6 mil euros. En el
listado de la web española hay 10 empresas (Banco Santander, y Coca Cola
España, entre ellas) más la colaboración de Inditex como ’partner’. Mientras
que las empresas ‘participantes’, más de cien, pueden donar una cantidad menor.
Una campaña muy ecológica y muy rentable. Como poco más de 100 mil euros por 1
hora de ‘concienciación’ que saldrá de los bolsillos de los contribuyentes y sufridos
usuarios de los consumos básicos (agua, gas y luz).
Uno de los más reputados ecologistas, Barry Commoner, ya demostró y
advirtió dos cosas: 1) que el problema medioambiental está más relacionado con
las desigualdades económicas que con la explosión demográfica y 2) que las
mediciones per capita contribuyen a la confusión más que a la concienciación.
Incluso afamados documentales como ‘la historia de las cosas’ de Annie Leonard
muestran con claridad que el problema medioambiental no está en el final de la
cadena (el consumo) sino en los eslabones intermedios, especialmente en la
producción. Parece que la compulsión por los beneficios es mucho mayor que la
compulsión por el consumo desenfrenado. En el mundo hay diez veces más dinero
que bienes y servicios que comprar.
Y todo esto sin mencionar la famosa obsolescencia programada (cuestión
ésta de la que también hay un excelente documental: “comprar, tirar, comprar”
de Cosima Dannoritzer). Y la clamorosamente silenciada deuda ecológica del
Norte con el Sur.
Curiosamente, los expertos en energía han analizado que los avances
tecnológicos no han contribuido a un mayor ahorro de energía, sino a un mayor
consumo. Por ejemplo, en la ‘hora del planeta’ de 2014 se consumió un 5% más de
energía eléctrica que una semana antes. Los que hacen dietas y dietas lo saben,
el ayuno, dejar de comer o hacer menos comidas al día sólo aumenta la ingesta
compulsiva como respuesta compensatoria de las reservas energéticas que se
gastaron durante el ayuno [4]. Así, las dietas energéticas, aunque sean
simbólicas, sólo contribuyen a un mayor consumo compulsivo de energía sólo
necesario para poner a prueba los sistemas de respuesta de las grandes empresas
(monopolistas) suministradoras de electricidad.
¡Qué ironía! Consumidores cautivos de empresas eléctricas, alimentarias,
de telecomunicaciones y otros servicios básicos de las que reciben lecciones de
ahorro y concienciación ecológica. Ni en los delirios más sublimes de Groucho
Marx hubiéramos imaginado la deriva que sigue este mundo de risa.
¡Basta ya de tanto falso ecologismo neoliberal! En la era de la
información no podemos ser tan borregos. El freno al cambio climático no vendrá
de acciones banales de culpabilización (aunque lo llamen ‘concienciación’)
social. Estamos asistiendo a una batalla global por la definición de
‘sostenibilidad’ en la que van ganando los intereses de las grandes
transnacionales. Y sin embargo, pese a tanto esfuerzo de marketing, como ya
analizara James O’Connor, no es posible el capitalismo sostenible [5], porque
“la ‘sostenibilidad’ es una cuestión ideológica y política, antes que un
problema ecológico y económico”.
¿Para cuándo ‘la hora de las personas’? En Lesbos están esperando. ¿Para
cuándo la hora de la renta básica universal? En la cola del paro hay muchos
esperando. ¿Para cuándo la hora de la abolición de los paraísos fiscales? En
los comedores sociales siguen esperando. Y lo peor es que muy posiblemente
mueran esperando sin ver jamás llegar su hora, salvo la de la muerte. ¡Cuánta
hipocresía revestida de moral ecologista y de filosofía de la libertad!
Notas
[1] Denuncias de Survival sobre WWF: http://www.survival.es/guardianes
[2] Huismann, W. (2011). Silence of the Pandas – What the WWF isn’t
Saying. Documental de TV, 50 min. ARD/WDR. Alemania.
[3] Huismann, W. (2014). PandaLeaks: The dark side of the WWF.
CreateSpace.
[4] Ver, por ejemplo, el artículo de Barragán et al. (2014):
http://www.scielo.org.mx/pdf/rmta/v5n2/v5n2a7.pdf
[5] Artículo imprescindible de James O’Connor:
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/ecologia/connor.pdf
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/ecologia/connor.pdf
Juan Agustin Franco Martínez, Profesor en la Facultad de Empresariales y
Turismo de la Universidad de Extremadura
FUENTE:
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