¡Bien venidos por la defensa de las montañas y del medio ambiente!
Llegado al poder, Humala decidió que su estado mayor era el gabinete ministerial y creyó que el contacto directo con el pueblo, vía inauguraciones, era el medio de tejer una red de apoyo.
¿Y los pueblos
indígenas?
Llegado al poder, Humala decidió que su estado mayor era el gabinete ministerial y creyó que el contacto directo con el pueblo, vía inauguraciones, era el medio de tejer una red de apoyo.
Una de las grandes ausencias en el último mensaje presidencial es la
agenda de los pueblos indígenas, a pesar de que en los últimos años han sido
sujetos activos de importantes luchas y debates nacionales.
Sin ir muy lejos en el tiempo, el año pasado nada más, cuando fuimos
anfitriones de la famosa COP 20 (de la cual tampoco se hizo ningún balance,
dicho sea de paso) se habló mucho de la necesidad de frenar la deforestación,
una de las principales causas de las emisiones de gases de efecto invernadero
que ocasionan el calentamiento globlal, y de empoderar para ello a los pueblos
indígenas como guardianes de los bosques reconociendo formalmente sus
territorios ancestrales.
Probablemente el Presidente replicaría que sí se ocupó de los pueblos
indígenas en su mensaje como cuando señaló que “[su] gobierno ha puesto
especial atención a nuestras comunidades nativas amazónicas” e inmediatamente
se refirió a su incorporación al Padrón General de Hogares para que puedan ser
ususarias de los programas sociales.
Está muy bien, pero dicho así, a secas, insinúa un enfoque paternalista
que niega a los pueblos indígenas su condición de sujetos de derechos
colectivos con autodeterminación sobre sus territorios, con cultura,
cosmovisión y visión propia de desarrollo y los reduce a meros beneficiarios de
programas sociales.
Por ello, el presidente de la Asociación interétnica de desarrollo de la
Selva Peruana, AIDESEP, declaró tras escuchar el mensaje presidencial: “Está
bien que podamos ser incluidos en los programas sociales pero necesitamos que
se nos asegure juridicamente nuestros territorios […]. Necesitamos que el
gobierno atienda nuestra demanda de 20 millones de hectáreas que tienen que ser
tituladas, ¿hasta cuándo vamos a esperar?”.
Reconocimiento pleno de sus territorios es por lo que claman estos
pueblos, para, sobre esa base, construir sus propios proyectos de vida en
diálogo con el Estado y el resto de la sociedad. Sin embargo, el Estado se ha
resistido tercamente a avanzar en esta tarea.
Si no, recordemos cómo en el caso de la Comunidad de Alto Tamaya Saweto
solo tras el asesinato de Edwin Chota y tres dirigentes indígenas el Ejecutivo
se preocupó por titular a la comunidad que venía tocando todas las puertas 10
años atrás. Como esta cientos de comunidades buscan titularse para proteger a
sus territorios de los madereros o mineros ilegales.
En estos momentos está en curso también el proceso de consulta previa a
los pueblos de las cuencas del Pastaza, Tigre, Corrientes y Marañón sobre la
licitación del Lote 192 en Loreto.
El diálogo es tenso y no porque los pueblos se opongan a la actividad
petrolera, sino porque exigen legítimamente algunas condiciones mínimas tras 40
años de explotación -y contaminación- petrolera, entre ellas la titulación
integral de sus territorios, garantía a su vez del ejercicio de otros derechos.
Peor tratados aún han sido los pueblos indígenas de la sierra a los
cuales ni siquiera se les quiere reconocer su identidad como se ha hecho al
haber autorizado desde el MINEM -irregular e inconstitucionalmente- 25
proyectos mineros desde el 2012 sin que se realizara la consulta previa a las
comunidades impactadas.
¿Acaso estos pueblos no merecían oír el compromiso presidencial de que
sí se va a respetar sus territorios y su derecho a decidir sobre éstos? ¿Será
que en el fondo gobierno y partidos tradicionales prefieren continuar con su
retrógada política de colonización?
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Reconocimiento
pleno de sus territorios es por lo que claman estos pueblos, para, sobre esa
base, construir sus propios proyectos de vida en diálogo con el Estado y el
resto de la sociedad. Sin embargo, el Estado se ha resistido tercamente a
avanzar en esta tarea.
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